Feliz viernes a todos, como sigo con el paréntesis en mi actividad cervecera (ya sólo restan dos días para la abolición de mi propia ley seca) y como el pasado fin de semana tampoco tuve competición, en vez de aburriros con mis tiradas, series, cuestas y demás tipos de entrenamientos, quiero compartir con vosotros una de esas pequeñas historias o microrrelato, que desde hace algún tiempo, ronda por ese hervidero de ideas que es mi cabeza:
"El penedrive"
Parecía un dibujo animado recorriendo la casa a cámara rápida: a la vez que ponía la lavadora, planchaba una prenda, fregaba algún cacharro, se secaba el pelo por mechones y se pintaba la cara por partes; como si esto fuera poco, entre acción y acción, le daba tiempo a prenderse un cigarrillo frente al portátil y trabajar en la presentación de un plan comercial, que de llevarse a cabo con éxito, sería el espaldarazo definitivo a su carrera. Esta hiperactividad, conllevaba múltiples despistes, olvidos y pequeños desastres en su día a día, que para goce y disfrute de sus más allegados, siempre contaba con mucha sorna.
El día de la presentación, no quería por nada del mundo que su faceta "villuelística" saliera a relucir, dada la importancia del público ante el que tenía que defender su plan: la cúpula directiva de su empresa al completo, los principales proveedores y varios medios de comunicación. Pese a los nervios, la exposición estaba siendo brillante; el único detalle que se le había escapado, era pinchar el "pendrive" con las gráficas y las previsiones de ventas para el próximo año; al darse cuenta y mientras seguía con su alocución, introdujo la mano en su bolso y rebuscó entre los múltiples aperos, pinturillas, muestras de colonia, mecheros y cargadores de móvil (lo básico en el día a día de un humano), hasta que dio con el "pincho" en cuestión, donde había guardado los datos. Sin perder un segundo, lo introdujo en el puerto de su portátil, dio a reproducir y bajó las luces, para que se apreciaran bien todos los detalles, en la gran pantalla que tenía a su espalda. Se tomó unos segundos mientras cargaba el "PowerPoint", echo que aprovechó para poner en orden los papeles que tenía desperdigados por el atril. En estas andaba, cuando una multitudinaria carcajada, le hizo levantar la mirada hacia el anfiteatro, donde estaban sentados los invitados. Al ver las caras de estupor de muchos de los presentes y manos alzadas señalando hacia la pantalla, comenzó a atar cabos y un escalofrío recorrió su espalda, a la misma velocidad que se le secaba la boca; al buscar a ciegas en el bolso, había cogido y pinchado por error, el "pendrive", donde había guardado el diseño del logo de las camisetas de la despedida de soltera de su amiga Clara. Giró la cabeza lentamente deseando con todas sus fuerzas estar equivocada, pero al abrir los ojos, se topó con la imagen de un enorme y desafiante pene acompañado de la siguiente leyenda: "EL TAMAÑO SÍ QUE IMPORTA ".
El día de la presentación, no quería por nada del mundo que su faceta "villuelística" saliera a relucir, dada la importancia del público ante el que tenía que defender su plan: la cúpula directiva de su empresa al completo, los principales proveedores y varios medios de comunicación. Pese a los nervios, la exposición estaba siendo brillante; el único detalle que se le había escapado, era pinchar el "pendrive" con las gráficas y las previsiones de ventas para el próximo año; al darse cuenta y mientras seguía con su alocución, introdujo la mano en su bolso y rebuscó entre los múltiples aperos, pinturillas, muestras de colonia, mecheros y cargadores de móvil (lo básico en el día a día de un humano), hasta que dio con el "pincho" en cuestión, donde había guardado los datos. Sin perder un segundo, lo introdujo en el puerto de su portátil, dio a reproducir y bajó las luces, para que se apreciaran bien todos los detalles, en la gran pantalla que tenía a su espalda. Se tomó unos segundos mientras cargaba el "PowerPoint", echo que aprovechó para poner en orden los papeles que tenía desperdigados por el atril. En estas andaba, cuando una multitudinaria carcajada, le hizo levantar la mirada hacia el anfiteatro, donde estaban sentados los invitados. Al ver las caras de estupor de muchos de los presentes y manos alzadas señalando hacia la pantalla, comenzó a atar cabos y un escalofrío recorrió su espalda, a la misma velocidad que se le secaba la boca; al buscar a ciegas en el bolso, había cogido y pinchado por error, el "pendrive", donde había guardado el diseño del logo de las camisetas de la despedida de soltera de su amiga Clara. Giró la cabeza lentamente deseando con todas sus fuerzas estar equivocada, pero al abrir los ojos, se topó con la imagen de un enorme y desafiante pene acompañado de la siguiente leyenda: "EL TAMAÑO SÍ QUE IMPORTA ".
Con todo el cariño y amor del mundo, para mi mujer: por estar siempre ahí, por apoyarme en todo lo que hago, por soportar mis manías y rarezas y sobre todo por darme a Alba. Eres el desastre que pone en orden mi vida.
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