Sin más dilación, os dejo con la rutilante prosa de mi amigo Víctor Nuño, que como suele ser habitual en él, seguro que no dejará indiferente a nadie. Creo que es la persona, con más agilidad mental y con la verborrea más mordaz que conozco y para muestra, un botón...
INTERRUPTUS
El día amaneció tan oscuro y
triste como su alma, nada hacía presagiar que hoy cambiaría su vida para
siempre.
Apoyó la frente en el espejo del
baño y cerró los ojos, como si por arte de magia, fuera a dejar de sentir el
amargo e intenso sabor a whisky de su propio aliento. Ni siquiera recordaba
donde había aparcado el coche y aún así, aquella era la más benévola de las
resacas de la última semana.
Escuchó a su madre: - Erika cielo,
¿te encuentras bien?
-Estoy ocupado...-protestó
resignado y fastidiado ante tal incursión en el deleite de su agónica mañana.
Tras una larga pausa, su madre volvió a interrumpir, date prisa cariño, ya ha
llamado el forense.
Fran se incorporó bruscamente.
¿De qué cojones hablaba su madre?, ¿Qué había pasado y porque él siempre era el
último en enterarse de todo lo acontecido en esta puta familia?
Precipitadamente se dirigió al
salón. Su hermana Erika, sentada en el suelo, hundía el rostro entre sus manos
tratando de ahogar un angustioso sollozo.
-¿Qué pasa mamá?- Fran elevó la voz
sin conseguir la más mínima atención por parte de su madre, que nerviosa y
temblorosa, buscaba algo en el bolso. A su rostro asomaba una desdibujada mueca
de dolor, mientras incrédula ojeaba entre lágrimas una y otra vez el papel que
sostenía su huesuda mano.
Los ojos de Fran se clavaron en
aquel documento, buscando entre los millones de frases que se agolpaban
desordenadas bajo el membrete oficial del Ayuntamiento.
Un escalofrío recorrió su cuerpo
y sintió como si miles de pequeños cristales invadieran sus pulmones hasta la
asfixia.
El comunicado de la Policía Local, indicaba el lugar
donde se encontraba en depósito su vehículo siniestrado y por lo visto, él
nunca llegó a casa.
Qué, ¿cómo os habéis quedado? Yo, todavía tengo el vello de punta.
Es una gran historia, que cumple con creces con la principal regla de los microrrelatos: el desenlace tiene que ser sorprendente y quedar abierto a la libre interpretación del lector.
También nos deja la visión más cruda y dramática, de un coctel que es incompatible y que por desgracia, nunca suele acabar bien: el alcohol y la conducción, así que ya sabes "si bebes no conduzcas".
Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo y desde aquí, os animo a que no os quedéis de brazos cruzados y me enviéis vuestra propia historia a: patriarcadj@hotmail.com, encabezando vuestro texto, con la ya conocida frase "El día amaneció tan oscuro y triste como su alma, nada hacía presagiar que hoy cambiaría su vida para siempre."
Un saludo a todos los viciosos del running (y de los microrrelatos)
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