Me parece increíble poder comenzar a escribir esta entrada, la de mi 2ª participación en el MAPOMA (maratón popular de Madrid), cuando hasta hace tan solo 15 días, no sabía siquiera si podría correrlo. Desde que el pasado 11 de marzo, tras un rodaje rápido, comencé a sentir las primeras molestias en mi rodilla derecha, el camino hasta llegar a cruzar la meta situada en el parque del Buen Retiro, ha resultado física y mentalmente agotador. Han sido los 46 días más complicados desde que empecé a practicar este maravilloso deporte, hace ahora tres años. La acumulación de kilómetros (cerca de 3000 en los últimos 12 meses), los ritmos cada vez más exigentes y la falta de descanso, son tres de los factores que al converger, suelen dar como resultado lo que más teme el atleta popular: una lesión.
En mi caso se ha manifestado (según Ángel, mi fisio), en forma de una tendinitis en las inserciones de la rodilla derecha. Durante este mes y medio he tenido que reducir drásticamente mi actividad física, por supuesto el nº de kilómetros y he tenido que aprender a convivir con el dolor, tanto durante, como tras los rodajes. Mis mejores aliados durante este periodo, han sido mi inseparable bolsa de gel frío, el "Calmatel", las sesiones de fisioterapia con Ángel y sobre todo, mi ilusión por seguir practicando este deporte, que tantas alegrías y satisfacciones está aportando a mi vida. He de reconocer, que en estas semanas han surgido muchas dudas y que en varios momentos he estado a punto de tirar la toalla, pero al final, la cabezonería, la constancia, la ilusión por competir y el empeño de completar mi cuarta maratón a toda costa, han echo que el 27 de mayo a las 9:00 a.m. acudiera a mi cita con los 42195 metros más espectaculares del panorama nacional. Aquí os dejo con la crónica de lo acaecido durante el fin de semana de una carrera, que no podré olvidar jamás, tanto por su bello recorrido, como por el inmejorable trato recibido, el fabuloso ambiente reinante durante toda la prueba y como no, por el resultado final, que compensa con creces todo el esfuerzo y el trabajo realizado durante los cuatro meses de preparación previos.
LA CRÓNICA
El viaje comienza el sábado 26:
9:00 a.m. Silvia, la pequeña Alba y un servidor, partimos de Venta de Baños, rumbo a la capital del reino. Tras un plácido trayecto de dos horas y media, sin ningún tipo de incidente, llegamos a Madrid. La primera parada fue el Planetario, donde pasamos un rato de lo más agradable e instructivo. El porqué de esta visita, reside en que Alba tenía mucho interés en visitarlo, debido a que actualmente en clase, están inmersos en un proyecto sobre el espacio.
Visita al planetario, totalmente recomendable.
13:00 p.m. Llegada a la casa de campo, donde estaba situada expodepor, la feria del corredor, ubicada en el Palacio de Cristal. Lo primero que nos encontramos fue una cola kilométrica, que afortunadamente, avanzaba a gran velocidad. En pocos minutos pudimos acceder al interior del pabellón, donde se estaba realmente a gusto, sin las aglomeraciones de la anterior edición.
El trámite del dorsal fue casi inmediato, esta vez no podemos tener quejas de la organización en este sentido, aunque del contenido de la bolsa o inexistente contenido, sí que podríamos hablar largo y tendido: sólo había publicidad. Pero no queda otra que resignarse, ya que viene siendo la tónica habitual. Por lo menos había camiseta, no como en San Sebastián, donde pretendían vendérnosla. Sobre el diseño de la misma, podéis opinar vosotros, hay a quien le encanta y a quien le horroriza. A mi personalmente no me disgusta.
Una cola kilométrica, que luego no fue para tanto.
A punto de acceder a Expodepor.
Recogiendo el dorsal.
La camiseta conmemorativa.
Alba de futura maratoniana.
El lugar donde se cumplen los sueños runners.
En la feria del corredor pasamos un rato de lo más divertido, curioseando por los diferentes stands de las marcas presentes en la exposición; os podéis imaginar, estaba la "crem de la crem". No compramos nada, ya que los precios están bastante por encima de lo que puedes encontrar en cualquier gran superficie, pero reconozco que las últimas novedades son realmente tentadoras. También tuvimos la suerte de encontrarnos con Chema Martínez, uno de los corredores más carismáticos y populares del panorama nacional. Amablemente accedió a hacerse fotos con todo aquel que quisiera (la mía no salió muy allá, pero ahí queda).
Alba se lo pasó en grande en expodepor.
Con Chema Martínez, una pena la calidad de la foto.
14:30 Nos dirigimos a la Pasta Party, otra gran cola, pero con el mismo resultado que la anterior: en apenas 15 minutos estábamos sentados en una mesa, degustando un buen plato de pasta, con barra libre de cerveza, un oasis en el que tuve que reprimirme (aunque un par de cañas cayeron). Nunca había estado en un evento de este tipo y la verdad es que me sorprendió gratamente, ya que durante la comida, pudimos compartir vivencias con otros corredores, en un ambiente distendido y jovial. Seguro que en futuras ediciones repetimos experiencia. Por cierto, por fin logré hacerme la foto con Shinichi Sasaki, uno de los atletas populares más entrañables (y simpáticos), al que podemos encontrar en casi todas las grandes citas del calendario nacional. Desde aquí quiero mandarle un gran saludo y darle las gracias por su amabilidad y cercanía.
Un dorsal que me resultará difícil olvidar.
A punto de entrar en la pasta party.
Junto a un crack, Shinichi Sasaki.
16:00 Llegada al hostal (carente de lujos, pero situado estratégicamente a cinco minutos de la salida y en pleno corazón del Madrid de los Austrias). Descansamos durante una hora y tras el receso, salimos dispuestos a recorrer los lugares más emblemáticos de la capital: Plaza Mayor, Puerta del Sol, Gran Vía, Plaza de España, Palacio Real, Catedral de la Almudena. Nos lo pasamos en grande enseñando a Alba todos los lugares que habitualmente estamos acostumbrados a ver por televisión.
En la Plaza Mayor.
En la Puerta del Sol.
Plaza de Callao, con la Gran Vía al fondo.
En Plaza España.
20:00 Uno de los ratos más caóticos del fin de semana. Estuvimos hora y media intentando encontrar un restaurante italiano donde poder cenar. Tras preguntar en cinco y encontrar la misma respuesta en todos ellos: "...completo" (no contamos con la gran cantidad de runners sedientos de hidratos de carbono que había por la zona), estuvimos a punto de tirar la toalla, pero de camino al Hostal y cuando ya estábamos resignados a sentarnos donde fuera, afortunadamente dimos con uno, donde nos hicieron un hueco. Como dice mi mujer: "viviendo y aprendiendo...", el próximo año reservaremos con antelación para evitar este tipo de situaciones.22:00 De regreso al hostal. Con una hora más o menos de retraso sobre el horario previsto, llegamos a la habitación. Alba cayó rendida en décimas de segundo, demasiadas emociones para una niña de 5 años, es todo una campeona. Durante la siguiente media hora preparé todos los enseres que me harían falta al día siguiente y antes de las 23:00, estaba tumbado en la cama intentando conciliar el sueño. Pese al cansancio acumulado durante la maratoniana jornada de viaje y turismo, recuerdo haber oído varias señales horarias, escuchando mi emisora de radio favorita, antes de caer en brazos de Morfeo.
Todo listo para la batalla.
06:30 Suena el despertador; no me sobresalta, llevaba varios minutos despierto. Me levanto intentando hacer el mínimo ruido posible, para no despertar a mis chicas. Desayuno un par de plátanos y media docena de nueces con miel sentado en la taza del wáter; es un lugar atípico, pero hay que saber gestionar los recursos de los que uno dispone, por lo que en esta ocasión, el baño de la habitación, me sirve como improvisada cocina y posteriormente también, como vestuario donde completar mi habitual rutina de las grandes citas: colocación de dorsal, tiritas, vaselina y accesorios... Todo esto me lleva apenas 45 minutos, por lo que una vez finalizado y como aun resta casi hora y media para la salida, me enfundo el chándal y me bajo a dar un paseo y aprovecho para tomar un café.07:45 Vuelvo a la habitación, me quito el chándal y despierto a Silvia y a Alba para despedirme. Estoy mucho más tranquilo que en anteriores ocasiones, por lo que bromeo un rato con ellas antes de partir hacia Cibeles, donde está situada la salida. Me desean suerte colmándome de besos y abrazos, es una gozada emprender una aventura de este tipo, sintiéndote querido y apoyado por tu familia (gracias por acompañarme en todas mis locuras).
Preparados, listos...
08:10 Me planto al lado de la fuente de la diosa Cibeles, lugar donde había quedado con mi compañero y amigo Carlos Ángel Durántez (Niño), con el que tenía previsto, si las cosas iban bien, hacer buena parte de la carrera. Tras 20 minutos de tensa espera y viendo que éste no llegaba , decidí empezar a trotar de camino a la salida; el ambiente es impresionante, una marea multicolor, poco a poco va buscando su lugar en los cajones, que afortunadamente este año, están mucho mejor delimitados y controlados, que en la anterior edición. Hace fresco, apenas 8 grados, pero la mañana apunta maneras y según avanza la jornada, los termómetros no pararán de subir. A falta de 20 minutos para el inicio de la prueba, me sitúo en el primer cajón (privilegio que me gané en Noviembre cuando en San Sebastián logré bajar de las tres horas). Me sorprende estar tan adelante y encontrarme sin agobios y aglomeraciones, teniendo en cuenta que salimos 22000 personas a la vez (los 7000 de los 10K, han tomado la salida a las 8:30). Los minutos previos al pistoletazo de salida los paso charlando con varios integrantes de Corriendo por Palencia, que casualmente se encontraban a escasos metros de donde yo estaba situado; tras intercambiar opiniones, nos deseamos suerte, mientras la brigada de paracaidistas del ejército del aire, tomaba tierra al rededor de "La Cibeles"(tradicional paso previo al pistoletazo de salida).
09:00 Con apenas dos minutos de retraso da comienzo el Rock and Roll Madrid maratón 2014. Empiezo a correr tranquilo, estoy muy pendiente de mi rodilla y no quiero forzar ni lo más mínimo, hasta no haber calentado lo suficiente. A estas alturas todavía no tengo clara mi estrategia de carrera. La preparación ha sido realmente extraña, hasta hace dos días tenía serias molestias en la rodilla y hace prácticamente un mes que mis ritmos de entreno no bajan de los 5' el kilómetro, por lo que me parecía un poco osado intentar asaltar el sub 3, que hasta la lesión, era mi objetivo para esta carrera.
En lo que rebasé el cartel del primer kilómetro se me quitaron las dudas, si es que alguna vez las hubo: todo parecía estar en su sitio, las sensaciones eran inmejorables y lo más importante de todo, yo no sé correr a la defensiva; me bastaron 1000 metros y 4'25'' para decidir, que sólo había una opción y no era otra que intentarlo.
En los primeros metros de la prueba. Foto cedida por Miguel A. de la Cal.
Los primeros kilómetros ya dan muestras de lo que será la carrera, en concreto los siete primeros, pican ligeramente hacia arriba. En el tres me da alcance el pelotón del globo de las tres horas, al que me uno sin mayor esfuerzo, decido ir protegido al amparo del grupo, no estoy para muchos alardes. Justo antes del cinco, a la altura de Plaza Castilla, noto como alguien me toca en la espalda, es Niño, que viene remontando tras una salida complicada. Le pregunto por sus intenciones y sorprendentemente me dice que se queda en el grupo, de lo cual me alegro infinitamente, ya que poder disfrutar de su compañía durante buena parte de la prueba, será un gran estímulo y una inyección de moral importantísima parar mi. El ritmo pese a ir subiendo es bastante vivo, del km 5 hasta el 14, todos los parciales los marcamos por debajo de 4'10''. Hay mucha gente que se queja del ritmo de las liebres, ya que en teoría deben intentar marcar todos los parciales sobre 4'15'', pero con el perfil de Madrid es prácticamente imposible; yo les entiendo, de echo lo he hablado muchas veces con Niño (hasta la lesión siempre hablamos de pasar la primera media en 1h27'00). Y ellos, que son gente muy curtida en este tipo de batallas, no paraban de repetir que había que sacar margen para afrontar la segunda media maratón, ya que doblar en Madrid, es prácticamente imposible.
En el paso por el km 10 marcamos 41:32, un minuto por debajo del objetivo, las sensaciones son inmejorables y no hay ni rastro de molestias en mi rodilla. Poco a poco nos vamos acercando al corazón de la capital y eso se va notando en la afluencia de público y que paulatinamente voy reconociendo edificios y calles emblemáticas como Serrano, San Bernardo, Gran Vía, Plaza de Callao, Preciados, Puerta del Sol, Calle Mayor, Palacio Real...Es un recorrido brutal, es todo un lujo para los sentidos poder correr por las calles, que normalmente sólo ves por televisión. Durante estos kilómetros centrales de la prueba, es imposible no tener la piel de gallina, tanto por su belleza e historia, como por los incondicionales ánimos de un público que animado por el inmejorable día, abarrotan las calles de Madrid. Es en este punto, poco antes de entrar en Puerta del Sol, cuando veo por primera vez a mis chicas, que a mi paso, no paran de jalearme. Por si no estuviera ya suficientemente motivado, este echo, incrementa aún más si cabe, mis ganas de correr y de realizar un buen papel para dedicárselo a ellas.
Los kilómetros van pasando y no hay síntomas de fatiga (ni de dolor en la rodilla). El ritmo impuesto por las liebres es exigente y del numeroso pelotón inicial, en el km 20, apenas quedamos 30 unidades. El que parece encontrarse como pez en el agua y disfrutando de lo lindo es Niño; no para, va de acá para allá, habla con todo el mundo y hace las veces de aguador en cada avituallamiento; echo que le agradezco profundamente, ya que no tuve que pelearme para conseguir agua, isotónico o algún trozo de plátano, en ningún momento de la carrera. Es un compañero con mayúsculas. Al paso por el km 20 marcamos 1h23'30, 2' por debajo del objetivo y en la media maratón 1h27'50, todo iba según el guión previsto, pero no me confío en absoluto, ya que la experiencia de la anterior edición, me dice que la verdadera carrera comienza en este punto.
El periplo por la Casa de Campo es mucho más corto que el del año anterior, lo que es absolutamente de agradecer, ya que es la zona más desangelada de la carrera, sólo rompen el silencio, las bandas de rock que cada dos kilómetros amenizan el recorrido tanto a público, como a corredores. Los parciales siguen alrededor de la cifra mágica: 4'15''. Llegamos al km 30 y el reloj marca 2h05'45, empieza a haber síntomas de fatiga y hemos perdido parte de la ventaja anteriormente adquirida, pero aun nos queda un margen más que considerable. Las liebres, a las que prácticamente no habíamos oído durante toda la carrera, comienzan ahora a animarnos, viendo que mucha gente da muestra de evidentes síntomas de cansancio y que cada vez somos menos en el grupo. La verdad es que no se le puede poner un solo pero a su trabajo. El ritmo, la constancia y la cercanía con que guiaron al grupo, son dignos de elogio.
Del km 32 al 40 no paras de subir ni un instante, es absolutamente bestial, es la seña de identidad de esta carrera y lo que la mitifica. Sin apenas darme cuenta, paso de estar codeándome con las liebres, a encontrarme a la cola del pelotón luchando por no descolgarme. En el km 35 empiezo a sufrir calambres en los isquiotibiales de ambas piernas, al principio son muy leves, por lo que no cedo en mi empeño de seguir amarrado al grupo. Con el paso de los minutos, los calambres se van haciendo más ostensibles, "EL MURO" ha llegado en todo su esplendor. En el 38, al paso por Atocha, camino del paseo de Recoletos, finalmente cedo y veo con desesperación, como mi sueño de bajar de tres horas en MAPOMA, se escapa con el grupo del globo, al que ya no puedo seguir. Niño me dice que anda parecido y al cabo de un rato, le pierdo la pista, no sé si está por delante o por detrás. Los siguientes dos kilómetros son de locos, me parecieron una "puta" pared (menos mal que habían suavizado el final...), las calles Goya y Velázquez, por un momento se convierten en el Angliru y tengo que ir agarrándome literalmente el "isquio" derecho, para que no se me suba, el dolor resulta insoportable, pero en ningún momento dejo de correr. Mantengo la referencia visual con el grupo del globo, pero cada vez la brecha es mayor.
Al paso por el km 40 marco 2h50'43'', me quedan 9 minutos para completar 2195 metros, si quiero ser sub 3; en circunstancias normales y siendo cuesta abajo como son, hubiera sido pan comido, pero en esta ocasión no va a ser posible; estoy completamente vacío, me mantengo en pie por inercia y tengo los sentidos totalmente desorientados. No voy a decir que llegué a ver enanitos verdes, pero por momentos, me pareció que las voces y los gritos del público se difuminaban junto a sus siluetas. Creo que mi cuerpo estaba al límite y eso me hace plantearme, el empezar a tomar geles en las próximas maratones en las que participe; jamás he tomado uno, pero la sensación de no tener un solo gramo de energía en mi cuerpo, me asustó y espero que estos suplementos pueden ayudar a paliar este estado,
si alguna vez volviera a repetirse el caso.
Por fin, al doblar una esquina, veo las vallas que delimitan el parque del Buen Retiro; psicológicamente es un alivio y pese a saber que no lograría bajar de las tres horas, esa maravillosa droga natural que es la adrenalina, hace que mi cuerpo vuelva a activarse y me permite correr con naturalidad, ya no hay dolor. A cada zancada que doy, mi mente se va desprendiendo de la pesada carga de la responsabilidad y al ver cada vez más cerca el arco de meta, una sensación de euforia estalla en mi interior, más aun si cabe, cuando a falta de unos trescientos metros veo a Silvia y a Alba saltando y gritando como locas. Me acerco a ellas rebosante de orgullo y sin apenas poder contener la emoción, tras besarme el tatuaje y el anillo como dedicatoria y reconocimiento a su infinita paciencia para conmigo, las grito que las quiero. Sólo aquel que ha cruzado la meta de una maratón puede comprender esta caótica tormenta de sentimientos y emociones que te cambia la vida para siempre; simplemente es MAGIA.
Tiempo final: 3h00'43'', puesto 344 de la general y 93 de mi categoría. Pese a quedarme a las puertas del sub 3, no estoy en absoluto triste o contrariado, al revés, estoy totalmente orgulloso y feliz de haber completado mi cuarta maratón. Una maratón, cuya preparación ha sido tan dura y tan especial, que el mero echo de acabarla, ya es un triunfo ( y además rebajando mi marca en MAPOMA más de 7 minutos)
Orgulloso finisher.
Finalmente, Niño entro detrás de mi, marcando un crono de 3h02'. Si no hubiera sido por los problemas musculares que le surgieron en los últimos kilómetros, no dudo que hubiera estado por delante, bajando de las tres horas. Es una pena, ya que había llevado una preparación concienzuda y estaba en un estado de forma espectacular. Otra vez será.
De la organización decir, que este año sí que estuvo la altura de una carrera, que por recorrido, afición, voluntariado y participación, se merece estar entre las grandes maratones del circuito mundial. Sin ninguna duda y con la boca bien grande, me atrevo a decir, que estaré en futuras ediciones disfrutando del MAPOMA, una maratón diferente y que enamora.
Próxima parada: media maratón del Cerrato, 18-05-2014. Un saludo a todos los viciosos del running.
P.D. No he acabado una y ya estoy pensando en otra. El próximo Noviembre y si las lesiones me respetan, correré mi primera maratón de Valencia, junto a mis amigos del foro de MAPOMA, Nacho, David y Rubén, en lo que espero sea una gran fiesta. Un abrazo enorme para los tres.